Moría en cien nubes
de olor a tristeza sin paz
En el frío del cemento
en el metal ocre
en el gris de ciudad
Hallé el gozo de luz
en el río y los sauces
los hilos de cristal que corren
pintados por el sol
bajando por laberintos
de musgos y helechos
que cobijan las piedras.
En valles de mil mantos
con salvaje ternura
alocada al viento
del vuelo de los ángeles
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